Las sufragistas siguen sin poder salvar al feminismo

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Traducción de un artículo de Hannah Wallen.

Traductora: E. V. In’Morales

Revisor: El Ratel

Hace aproximadamente un año, me harté de que las feministas intentasen utilizar el movimiento sufragista de finales del siglo XIX y principios del siglo XX como medio para hacer sentir culpables a todas las mujeres antifeministas por nuestra falta de apoyo a ese grupo de presión política y legal tan moderno, misándrico y discriminatorio. En respuesta, publiqué un artículo titulado Las sufragistas no pueden salvar al feminismo. En él, describí el ambiente del derecho al voto en el que actuaron las sufragistas, y expliqué por qué, más que una lucha por liberar a las mujeres de un sistema de opresión de género, sus acciones no fueron más que otro ejemplo del enfoque de género feminista para abordar un problema que no tiene nada que ver con el género. A menudo los ideólogos de la “justicia social” lo deconstruyen erróneamente y de manera pasivo-agresiva, interpretándolo como un argumento en contra del derecho al voto femenino. Sin embargo, si se lee sin prejuicios, está claro que no es así. Los habitantes de las naciones mencionadas en ese artículo se merecían una lucha unificada por el derecho al voto igualitario de todos los ciudadanos, sin importar el sexo, la raza ni la condición económica, y las sufragistas, al centrarse en el género, les negaron esa lucha.

Ha salido un tráiler de una película que se estrenará el día antes de Halloween. Una vez más, parece que las feministas exigen que interpretemos las experiencias humanas desde un filtro sexista que ve a las mujeres, y sólo a las mujeres, como víctimas, y a los hombres como dioses y demonios. El mensaje que parece apoyar la película es el mismo que las feministas apoyan actualmente. Considera que las experiencias y los intereses de las mujeres son más válidos y relevantes que los de los hombres, al mismo tiempo que atribuyen una mayor responsabilidad por su propio bienestar a los hombres que a sí mismas. Lo único que podría salvar de la película es que parece que no ignora la violencia de las sufragistas.

Ataque al Primer Ministro Asquith en 1913 [alt]

Ataque en el banquete de recepción del Rey [alt]

Intento de asesinato del magistrado Curtiss Bennett [alt]

Ataque con una fusta de montar a un médico [alt]

Ataque con bomba [alt]

Intento de ataque con bomba

Ataque y amenaza de bomba [alt]

Vandalismo y amenaza de bomba [alt]

Pankhurst adquiere bombas

Pankhurst describe los ataques con bombas y los incendios provocados por las sufragistas

Incluso si la película reconoce esa violencia, todo parece indicar que aparecerá mitigada, representada de manera que el espectador la pueda justificar, y que no ha incluido también la intolerancia de las sufragistas de clase alta contra las minorías, los pobres y los hombres.

Stanton

La supremacía blanca de las sufragistas

¿Las mujeres consiguieron el voto gracias a la violencia?

¿Mujeres dictadoras? [alt]

La supremacía femenina de las sufragistas [alt]

Con el fin de crear el mensaje que la película pretende inculcar, sus creadores parecen haber ignorado la lista de suffragists y suffragettes (en inglés, suffragettes hace referencia a las mujeres pertenecientes a grupos violentos y agresivos, mientras que suffragist incluye a hombres y mujeres que apoyaban el derecho al voto de la mujer, de manera pacífica) involucrados en varios movimientos nacionales, optando en cambio por crear un personaje ficticio.

La protagonista del filme, una sufragista británica llamada “Maud”, es descrita en suffragettemovie.com como una de la supuesta mayoría de sufragistas, que eran “mujeres trabajadoras que habían visto que las protestas pacíficas no lograban nada” y que fueron “radicalizadas, y recurrieron a la violencia como única forma de llegar al cambio” con gran riesgo para ellas y sus familias. No debemos confundir a la protagonista con la verdadera sufragista (suffragist) estadounidense Maud Wood Park, una graduada universitaria y educadora profesional. El trabajo de Park con la Liga Universitaria de Igualdad de Voto y la Liga de Mujeres Votantes incluyó el proselitismo, la distribución de folletos y los discursos públicos; todo ello con la intención de influir en los políticos a través de la opinión y el apoyo del público. Es conocida por ser una pionera en este estilo, ahora descrito como “vestíbulo de entrada”, para diferenciarlo del enfoque “directo a los políticos” habitual, que excluye al público del proceso.

Tampoco debe de confundirse a la Maud de la película con la defensora de los derechos de las mujeres estadounidenses, defensora del consumidor, educadora y sufragista (suffragist) Maud Nathan, que investigó las condiciones de trabajo de las trabajadoras de la venta minorista y abogó por una reforma como presidenta de la Liga de los Consumidores de Nueva York. Al contrario que el personaje de clase trabajadora, Maud Nathan provenía de una familia de clase alta.

¿Por qué los creadores de Sufragistas, la película, no pudieron encontrar una sufragista real, o incluso un grupo, cuyo activismo y experiencias pudieran servir como base y núcleo de su argumento? ¿Estaban emulando el método de Erich María Remarque cuando escribió Sin novedad en el frente? Será interesante ver, cuando se estrene la película, si será una representación históricamente correcta de las sufragistas, o si será un discurso promocional y manipulador que empleará la representación selectiva, el encuadramiento falso y la apelación a las emociones que parece insinuar el tráiler.

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El Ratel

El Ratel ("The Badger") has helplessly seen the rise of politically correct nonsense, inclusive language and feminist ideology in his native country, Spain. After getting in contact with the MRM and antifeminist ideas, his attempts to talk about it were met with disdain and disgust. That is why he adopted a secret identity and started doing what he does best: spreading information by means of writing and translation.

El Ratel ha presenciado el auge de las estupideces políticamente correcta, el lenguaje inclusivo y la ideología feminista en su país natal, España. Tras entrar en contacto con las ideas del Movimiento por los Derechos del Hombre y el antifeminismo, sus intentos por hablar de ello fueron recibidos con desdén y desprecio. Por eso, tomó la decisión de adoptar una identidad secreta y hacer lo que mejor se le da: difundir información a través de la escritura y la traducción.

By El Ratel

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