La carta del hombre

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Traducción de un vídeo original de Dr. Randomercam.

Es inevitable darse cuenta de que vivimos en tiempos extraños. Yo lo llamo “el mundo al revés”, y por un buen motivo. Nos encontramos en una situación en la que los conservadores de rincones alejados del planeta son capaces de llevarse perfectamente bien, pero los liberales que viven puerta con puerta descubren que son profundamente incompatibles por culpa de una serie interminable de razones microscópicamente irrelevantes. La izquierda busca una segregación racial y sexual que a la derecha no le interesa en absoluto. La derecha se manifiesta a favor de la libertad de expresión y los derechos homosexuales; la izquierda se manifiesta a favor de ideologías autoritarias como el Islam y el feminismo.

¿Qué, creéis que me equivoco? ¿Pensáis que el feminismo y el Islam son incompatibles, a pesar del hecho innegable que acabo de exponer? Muchos conservadores, y desde luego los liberales clásicos, dirían que el feminismo es ridículo, porque proclama a gritos que la “misoginia” y la “cultura de la violación” son problemas graves, y nunca examina la situación del hombre. Pero esas mismas personas después se dan la vuelta y dicen que “el Islam es malo porque es una cultura de la violación misógina, que no oprime a los hombres de la misma forma, en absoluto”. Si lo hacen las feministas, está mal, pero si lo hacemos nosotros, no pasa nada. Y por supuesto, en la otra cara de la moneda liberal, tenemos a gente que dice que “necesitamos al feminismo por la forma en que se trata a las mujeres en el mundo islámico”. Pero después, cuando el Islam invade sus países, te dicen que es una religión de paz y que eres un racista por desafiarlo. Todos los caminos llevan a la doble moral, y por algún motivo, achacamos todo esto a una especie de locura caprichosa sin ningún elemento común.

Pero a mí me interesa encontrar un elemento común. ¿Existe algún tema polémico en el que la izquierda y la derecha coincidan por completo? Claro que no, ¿verdad? Se supone que no, de eso se trata. Pero sí que hay una cosa en la que coinciden. Es la siguiente:

“¡Esa gente de allí es misógina!”

Hay quien dirá que los musulmanes son misóginos por su religión, y hay quien dirá que los habitantes del tercer mundo son misóginos porque las políticas exteriores occidentales lo hacen posible. Pero independientemente del lado en el que estés, de la línea de partido que sigas, ya seas liberal, conservador, cristiano, musulmán o incluso ateo, siempre conseguirás el aplauso general si dices lo siguiente: “¡las mujeres están siendo maltratadas por esas personas de allí, vamos a por ellos!”. Y entonces, si alguien te responde diciendo que “¡los hombres también están siendo maltratados!”, montas en cólera, “estás obsesionado”, “no todo gira en torno a tu pene”, “nananana, no te escucho”. Me cuesta decidir en qué se equivoca la izquierda y en qué se equivoca la derecha, pero… ¿y si ambas posiciones políticas se equivocan en una misma cosa? ¿Y si esa cosa es la que estoy diciendo? ¿Y si cuando dices que “el feminismo y el Islam son incompatibles”, no pudieses estar más equivocado?

En este momento, supongo que seréis conscientes de que Arabia Saudita tiene a Twitter en el bolsillo. Que la familia real posee un porcentaje considerable de las acciones de la empresa. Y seréis conscientes de que el Islam, en su conjunto, se opone a la homosexualidad y a la cultura occidental. Es posible que por esa misma razón a Twitter le gusta tanto joder con las inhabilitaciones cuando se trata de blancos homosexuales como Milo Yiannopoulos. Y claro, pues claro que el Islam odia a la mujer, ¡la odia! Estamos todos de acuerdo, ¿no? Supongo que por eso mismo una empresa que se doblega a la voluntad de la capital mundial del wahabismo ha contratado a Anita Sarkeesian y a sus arpías como agentes de la policía moral de Twitter. ¿Verdad que eso demuestra que el Islam es incompatible con el feminismo? Por eso Twitter inhabilita constantemente a las mujeres que defienden sus propios derechos, y jamás se le pasaría por la cabeza inhabilitar a un activista de los derechos del varón, hombre o mujer. A Milo lo expulsan de la República Islámica de Twitter porque se enzarza brevemente con una mujer, y veinte minutos después anuncia públicamente que el Islam odia a las mujeres.

Por cierto, ¿qué es exactamente lo que demuestra que el Islam no es sólo una religión misantrópica, sino concretamente misógina? ¿Que rocían a las mujeres con ácido? Pues resulta que a los hombres también. ¿Que practican la mutilación genital a las mujeres? Pues resulta que a los hombres también. ¿Que lapidan a las mujeres? Pues resulta que a los hombres también, y más a menudo que a las mujeres. “¿Qué dices?” Pues sí. Cualquier castigo para las mujeres también existe, y doblemente severo, para los hombres. ¿Que las mujeres se consideran la mitad de un hombre? Sí, ¿y qué significa eso en la práctica? Significa que a los hombres se les castiga con el doble de severidad que a las mujeres, por el mismo delito, igual que hacemos aquí. “Pero… ¡¡islamisoginia!!” ¿Que las mujeres no pueden salir de casa, sobre todo cuando hay una guerra? Sí, y los hombres no pueden quedarse dentro de casa, sobre todo cuando hay una guerra. “¡Islamisoginia!” ¿Qué un hombre puede tener cuatro mujeres? Sí, y eso deja a otros tres hombres sin ninguna mujer, y después los lapidan por fornicar con una mujer, o los tiran desde lo alto de un edificio por fornicar con un hombre. Ni siquiera les dejan masturbarse. Por el contrario, una mujer que quiera casarse con otra, no tiene dificultad en conseguir un matrimonio con otras tres mujeres, los niños a los que les puedan comer el coco, y un hombre que está todo el día fuera de casa matándose a trabajar para mantenerlas, tal y como exige la Sharia. “¡Islamisoginia!”

Y después, a millones de hombres “sobrantes”, a los que se les ha negado afecto físico por sistema durante toda su vida, los echan de su país, les dan un empujón en dirección a Europa y les dicen que se inmolen en nombre de Alá y de las mujeres. “¡Islamisoginia!”

¿Que las mujeres y las niñas son violadas por un hombre y legalmente no se considera violación a menos que se den ciertas condiciones? Sí, y los hombres y los niños pueden ser violados por una mujer y no se considera violación jamás, bajo ninguna circunstancia, igual que hacemos aquí. “¡Islamisoginia!” Cualquier ejemplo que aportes de mujeres contra las que se cometen atrocidades en Oriente Medio no es más que una estadística incompleta que se basa en que ignores las atrocidades idénticas o peores que se cometen contra los hombres. Y os reís de las feministas cuando hacen exactamente lo mismo. Tenéis la verdad delante de las narices, y aun así os negáis a verla. No sólo utilizáis vosotros mismos las mismas tácticas que el feminismo; es que el Islam hace lo mismo. Son variaciones del mismo mantra: “vosotros no hacéis lo suficiente para proteger a vuestras mujeres, deberíais darles burkas, digo… espacios seguros. Y si no lo hacéis, es porque odiáis a las mujeres y queréis que las violen”.

Veamos, ¿cuál es la diferencia entre un espacio seguro y un burka? El burka es decisión individual, mientras que el espacio seguro es decisión colectiva. Y en ningún lugar del mundo los hombres pueden tomar esas decisiones. Están obligados a dar la cara, a dar la cara ante la mujer. Intenta llevar un burka o un nicab en público, siendo hombre. Comprobarás que te detienen. Llamáis a los demás intolerantes y xenófobos por intentar prohibir el burka, y no os dais cuenta de que ya está prohibido, pero sólo para el hombre. Si te detienen por llevarlo, a mí me suena a prohibición. Y por el mismo motivo, los espacios seguros están prohibidos, pero sólo para el hombre. ¡Misoginia!

No niego, ni por un segundo, que muchos o la mayoría de los musulmanes tengan un grave problema con los homosexuales, los judíos, los infieles y los apóstatas; no hace falta más que escucharlos en sus manifestaciones, que no son pocas en esta bonita capital [Londres] a la que llamo hogar. Cuando los musulmanes organizan una protesta pública, gritan “muerte a Occidente”, “muerte a los gays”, “muerte a los judíos” y “muerte a los infieles”, pero jamás los oiréis decir “muerte a las mujeres”. Nunca los oiréis decir “oprimamos a las mujeres y a los niños”. Sí que los oiréis decir “convertid a sus esposas en viudas y a sus hijos en huérfanos”, pero, ¿a quién se refieren, a quién quieren matar? A los hombres, sólo a los hombres. A las sociedades supuestamente más patriarcales del planeta sólo les interesa matar a los hombres, y les interesa muchísimo. Si eso es lo que pasa cuando consideras a las mujeres ciudadanos de segunda categoría, entonces yo no quiero ser ciudadano de primera categoría.

En este punto, es bastante probable que la mitad de vosotros digáis que hago apología del Islam, y que la otra mitad me llame islamófobo. Es curioso cómo funciona, pero así es. Porque ya seas de izquierdas, de derechas, autoritario o incluso libertario, la respuesta correcta es “las mujeres están peor”. En algún lugar del mundo, en algún momento de la historia, seguro que las mujeres han estado peor, por lo tanto, las mujeres están peor. Tenemos que sustituir ese sistema tan malo que tienen por el nuestro, para que las mujeres estén mejor. Si eliges la respuesta incorrecta, eres un “Islam + palabra de moda”, o un “palabra de moda + palabra de moda + palabra de moda”.

De manera que os voy a plantear un reto. Comprobad si podéis criticar al Islam sin jugar la carta de la mujer. Comprobad si podéis criticar a alguien sin jugar esa carta. También pueden probar los musulmanes: intentad criticar a Occidente sin incluir mentiras sobre cómo Occidente maltrata a la mujer. Comprobad si podéis criticar a un país, a un pueblo o a un régimen sin respaldarlo con “las mujeres, las mujeres, las mujeres”. Al menos uno de esos grupos tiene que estar equivocado. Es bastante posible que todos lo estén. Ninguno podéis jugar legítimamente la carta de la mujer, porque cuando apartáis la propaganda, las mentiras y la histeria, en realidad jodéis a los hombres muchísimo más que a las mujeres.

Si queréis, podéis llamar a lo que estoy haciendo “la carta del hombre”. Y os podéis reír cuanto queráis del mero concepto de una “carta del hombre”, pero si es lo que hace falta para eliminar la carta de la mujer, la jugaré. La jugaré hasta que espabiléis, porque la carta de la mujer es el invento más peligroso de todos los tiempos. Toda la propaganda en tiempos de guerra, desde el comienzo de la historia y seguramente antes, ha tenido el mismo grito de guerra para llamar a filas, como elemento central de agitación: “salvemos a las mujeres”. De manera que no me sorprende la exagerada reticencia general a descartar ese concepto. Y digo exagerada. Ninguno de vosotros considera que la carta de la mujer sea extremista, y aun así ahí está, ocupando el puesto de honor en cualquier forma de extremismo. Si queréis la paz mundial, intentad funcionar sin la carta de la mujer, aunque sea sólo un puto día. Es una perspectiva nueva, atrevida, valiente y que da miedo. Pero veamos lo que pasa. Veamos si sois capaces. Y, si no sois capaces, pensad en lo que eso dice de vosotros. Si habéis llegado hasta aquí, y no tenéis la tentación de llamarme “misógino” a gritos, en vez de utilizar argumentos de verdad, por lo menos estáis en proceso de recuperación, aunque estoy convencido de que habré muerto mucho antes de que todo esto se solucione. Así que mientras tanto, seguiré emborrachándome hasta la muerte, mientras siga siendo legal. Allahu Akhbar. Alabado sea Jesús.

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El Ratel

El Ratel ("The Badger") has helplessly seen the rise of politically correct nonsense, inclusive language and feminist ideology in his native country, Spain. After getting in contact with the MRM and antifeminist ideas, his attempts to talk about it were met with disdain and disgust. That is why he adopted a secret identity and started doing what he does best: spreading information by means of writing and translation.

El Ratel ha presenciado el auge de las estupideces políticamente correcta, el lenguaje inclusivo y la ideología feminista en su país natal, España. Tras entrar en contacto con las ideas del Movimiento por los Derechos del Hombre y el antifeminismo, sus intentos por hablar de ello fueron recibidos con desdén y desprecio. Por eso, tomó la decisión de adoptar una identidad secreta y hacer lo que mejor se le da: difundir información a través de la escritura y la traducción.

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