Traducción de un artículo original de Alison Tieman.
Traductora: E. V. In’Morales
Revisor: El Ratel
Una niña le pega a un niño. ¡Un aplauso! ¡Las chicas al poder! ¡Poder femenino!
Pero no lo es, no es poder femenino. Lo que celebramos en realidad es que la violencia de la niña es distinta, de algún modo, a la del niño. ¿Que cuál es la diferencia? Exacto, ahí está el problema.
El sentido de la agencia propia se desarrolla al hacerle comprender a un niño los conceptos de la causa y el efecto: que sus acciones tienen un efecto sobre el mundo que les rodea. Al hacer que la violencia de la niña sea algo «diferente», al dar por hecho que esa violencia tiene menos impacto sobre el mundo, lo que estamos haciendo, de hecho, es despojar a esa niña de su sentido de la agencia.
Una niña que golpea a un niño es algo que se puede aplaudir (cosa que jamás ocurrirá con un niño que golpea a una niña) precisamente porque no vemos a las niñas como agentes eficaces, capaces de causar daño. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad, y una gran responsabilidad conlleva un gran poder. Las niñas no necesitan asumir responsabilidades de nada porque no tienen un poder real, ¿no lo sabíais? De hecho, no le pueden hacer nada malo a nadie porque… ¡pues porque son NIÑAS!
Cuando tratas la violencia de las niñas de una forma distinta a la de los niños, ese es justamente el mensaje que les estás transmitiendo. “No tienes agencia. Tus acciones no importan. A la hora de determinar cómo se te trata, tu feminidad siempre tendrá más peso que tus acciones.
Es una interpretación bastante… interesante del empoderamiento, ¿no os parece?
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