Las mujeres me explican las cosas

L

Esta es una traducción de un artículo original de Jim Doyle. Las notas del traductor aparecen [entre corchetes].

 

Y no hablo de Alison ni de Karen, que sí que me han explicado algunas cosas muy importantes. Tampoco hablo de las mujeres que se toman la molestia de explicarme algo, o cómo se hace algo, incluso si yo lo sé hacer mejor, porque se trata de un impulso generoso; están intentando ayudar sinceramente, no ser condescendientes, como suelen ser los hombres que explican cosas a las mujeres (aunque puede que eso se esté terminando. Supongo que pronto empezaremos a ver artículos sobre cómo “los hombres ya no aconsejan a las mujeres”).

Primero, un apunte sobre el mansplaining [la denominación feminista de una explicación condescendiente de un hombre a una mujer], ya que este es un post sobre el femsplaining. Rebecca Solnit escribió un ensayo llamado “Los hombres me explican las cosas”, que es la base del término mansplaining. Ella lo describía así: “Llevo años pensando en escribir sobre ello, medio en broma. Toda mi vida ha habido hombres que me explicaban las cosas. El infame incidente que describí pasó hace cinco años, en 2003: un hombre me interrumpió para hablarme de un Libro Muy Importante que pensaba que me vendría bien leer, y resultó que lo había escrito yo”. En otras palabras, esto va sobre un hombre tan arrogante que le dijo lo que opinaba sobre un asunto, dando por hecho que él sabía más que ella. Un artículo del New Statesmen describe la conversación que tuvo Solnit, y que dio origen a su ensayo:

“Gracias al ensayo principal de esta colección de Rebecca Solnit, supe que no sólo yo soy tratada con condescendencia de esta forma tan misteriosamente ligada al género. “Los hombres me explican las cosas” comienza con la autora en Aspen, en casa de un “hombre imponente que había ganado mucho dinero”. Cuando supo que ella era escritora, el hombre le preguntó sobre qué eran sus libros “del mismo modo que le hablarías al hijo de siete años de un amigo tuyo sobre sus prácticas de flauta”. Ella empieza a hablarle de su último trabajo, sobre Eadweard Muybridge, pero él la interrumpe: “¿Y conoces un libro muy importante sobre Muybridge que ha salido este año?” Ella y su amiga intentan inútilmente decirle que está hablando sobre un libro de ella. Pero él continúa, “con esa mirada engreída tan común en los hombres que no paran de hablar, con los ojos fijos en el lejano y borroso horizonte de su propia autoridad”. Cuando su amigo finalmente le transmite la idea de que una mujer podría haber escrito el libro que al Hombre Muy Importante le gusta tanto, se desvela que ni siquiera lo había leído, sólo lo había visto en el New York Review of Books. Se queda lívido.”

Así que en eso consiste el mansplaining: transmitir información de manera condescendiente. El femsplaining es algo mucho más destructivo. El femsplaining es la tendencia de muchas mujeres a explicarles a los hombres las experiencias que ellos mismos tienen, o corregirles sobre lo que realmente significan esas experiencias. Es una mujer que le explica a un hombre lo que él ha querido decir en realidad. El mansplaining es condescendiente; el femsplaining es manipulador y controlador. El femsplaining es un tipo de gaslighting [abuso psicológico que consiste en presentar falsa información para hacer dudar a la víctima de su memoria, percepción y cordura]. Esto se ve constantemente en las discusiones sobre género, cuando un hombre dice algo y una feminista se abalanza para corregirle este o aquel detalle, ya que, ¿qué va a saber él sobre su propia vida?

Probablemente todos los hombres han pasado por esto alguna que otra vez. Aquí hay una lista de ejemplos frecuentes, sin pretensión de ser exhaustivo ni seguir un orden particular.

MGM [Mutilación Genital Masculina]: los que hemos comentado en hilos de discusión sobre la circuncisión infantil (no hace falta precisar que se trata de bebés varones, ¿no?), hemos visto todos los peros y los aunques que brotan cuando se trata el tema: que no se puede comparar como lesión ni como desposeimiento a la FGM [Mutilación Genital Femenina]; que, a diferencia de la mutilación genital femenina, no se busca reducir el placer sexual del hombre (esta parte es totalmente falsa y muy fácil de investigar, así que no hay excusa); y lo más repugnante y monstruoso, que la MGM es un medio de evitar el cáncer de cérvix, y que eso lo justifica, o que simplemente “es más agradable a la vista”. Amy Schumer tiene el estúpido atrevimiento de opinar sobre la circuncisión, diciendo que los prepucios son asquerosos. Cuéntanos más, Beef Curtain [término despectivo para hablar de una vulva de labios colgantes y caídos]. Vaya, así que no te gusta que se le dé la vuelta a la crítica. Simple y llanamente, se trata de un procedimiento depravado si se realiza en una persona que no da su consentimiento, y el hecho de que ella lo apoye también es una depravación.

Violación: supuestamente, la violación es asunto de la mujer, y el hombre, como mucho, tiene que “ser un buen aliado”. El hecho de que las mujeres violen a niños constantemente, que las violadoras rara vez sean procesadas, y que si son condenadas sus penas sean mucho menores, y a menudo ni siquiera aparezcan registradas como agresoras sexuales… bueno, mencionar siquiera esas cosas no es más que misoginia. Y preparaos para la tempestad cuando surja el tema de las denuncias falsas de violación. No existen las denuncias falsas de violación, “¿por qué iba a mentir una mujer sobre algo así?; y de todas formas el hombre cuya vida ha sido destruida, si es que no la ha perdido, en realidad no sufre, así que no es para tanto, es sólo un intento de desviar la conversación y dejar de retratar a las mujeres como las únicas víctimas, y las únicas que tienen algo válido que decir sobre el tema. La sociopatía como norma social. Otra vertiente de esta sociopatía es que las feministas hacen oídos sordos a los hombres víctimas de violación. No son las únicas, en absoluto, pero sí que son las únicas que reclaman una especie de superioridad moral sobre el cadáver apestoso de su mojigatería y moralismo.

Después está la pura ignorancia asquerosa de siempre que demuestran algunas personas que comentan sobre la anatomía masculina y la respuesta sexual. ¿Cómo puedes tener relaciones con un hombre que está dormido? ¿Cómo se le va a poner dura? ¿Cómo va a ser violación? Dio su consentimiento, ¿no? Se le puso dura. Y aparte, los tíos siempre tienen ganas, ¿no? Y si no tienen ganas, es porque son maricas y misóginos, ¿no?

Aborto: lo mismo pasa cuando surge el tema del aborto; es asunto de la mujer, así de simple, y los hombres que se callen. Esto es verdad en lo relativo a la autonomía del propio cuerpo, así que es una media verdad, y una media verdad es una mentira. El aborto es un asunto reproductivo, y en esta especie (somos seres dioicos), la reproducción implica y necesita a dos progenitores, uno masculino y uno femenino. Decir que el aborto es un asunto de autonomía corporal e ignorar su aspecto reproductivo refleja una forma extrañamente infantil de ver el tema. Yo creo, desde un punto de vista práctico, que las mujeres tienen que tener el derecho a abortar, aunque sólo sea porque ningún hombre quiere tener a una madre reticente y poco convencida cerca de su hijo.

Crianza: muchas mujeres piensan que son las expertas en la crianza, y se ofenden mucho si no estás de acuerdo. Insisten en que las mujeres son más cariñosas y más dispuestas a educar, mientras que los hombres son egocéntricos (por lo que se ve, nunca han tenido que aplacar a una esposa “cara de mantener”). Niegan que los hombres desarrollen un vínculo hormonal con sus bebés, aunque esto ya esté aceptado por la ciencia (y aquí quiero decir que no respeto las supersticiones cómodas y anti-científicas de la gente; el vínculo paterno es una realidad bioquímica, el mundo no se hizo en siete días, José no construyó las pirámides para almacenar grano. Aceptadlo). Esto alimenta (y proviene de) interpretaciones tradicionalistas que conforman el derecho familiar, en la práctica y a veces por ley, creando un bucle constante. De aquí provienen las actitudes punitivas y de exclusión en la custodia de los hijos, pensiones alimenticias y derechos de visita. Es una actitud en la que los hijos no son más que una extensión de la madre, de forma que después del divorcio la relación del padre con sus hijos queda cortada igual que la relación con la madre; es algo totalmente narcisista y muy aceptado.

Se incluyen aquí las afirmaciones burlonas de que el padre sólo quiere la custodia compartida para que la pensión alimenticia sea más baja (vale, ¿entonces eso quiere decir que la madre sólo quiere la custodia completa para que la pensión alimenticia sea completa?). Eso es telepatía, y la telepatía es la negación de la subjetividad, que para Martha Nussbaum es una forma de cosificación. También se incluyen aquí las afirmaciones de que los hombres sólo quieren tirarse a las mujeres y después largarse. Eso es deshumanización, además de una falta de respeto, y no veo motivo para respetar esa afirmación o a la gente que me deshumaniza o me falta el respeto, a mí o a otros hombres. Divagando un poco, mientras seguimos hablando del tema de la telepatía, todo este discurso vacío de las teóricas del feminismo y de la derecha religiosa sobre la pornografía, y cómo enseña a los hombres a menospreciar a la mujer, y contribuye a la “cultura de la violación”, es un discurso deshumanizador y cosificador, además de ser maliciosamente selectivo y reducido en su definición de la pornografía. Por un lado, ignora el porno gay, en el que no aparece ninguna mujer, y no dice nada sobre él. Por otro lado, ignora que las mujeres ven porno gay (lo que me parece muy positivo y hasta un poco halagador). Y por otro, ignora que las mujeres también utilizan la pornografía, en forma de novelas románticas. Es una argumentación deshonesta y con mala fe.

Los gays y la homofobia: si me dieran una moneda por cada vez que un feminista, normalmente una mujer, ha dicho que la homofobia en realidad es misoginia, Bill Gates sería mi chófer. La homofobia supuestamente es “femmefobia”[fobia a lo femenino], una opinión a la que sólo se puede llegar basándose en un conocimiento totalmente superficial y externo de la homofobia a la que se enfrentan chicos y hombres homosexuales todos los días por parte de personas heterosexuales. Eso es algo por lo que, por definición, no pueden haber pasado. Es verdad que estas mujeres tienen sus mascotas gays que repiten sus mismos argumentos, pero todos parecen provenir de las mismas fábricas de Justicieros Sociales de las que vienen las mujeres que diseminan esas tonterías. Si ese análisis fuese acertado, sólo los gays afeminados serían atacados, despedidos o expulsados del ejército, cuando eso aún estaba en vigor, pero no es el caso, para nada. Recordad la escena de Brokeback Mountain en la que Ennis se acuerda de su padre y de cómo se aseguró de que él supiera lo que le había ocurrido a dos vaqueros gays que vivían en pareja: habían sido asesinados y mutilados. Esa es la protección que les brindó su apariencia masculina.

El odio y la denuncia de las feministas a la homosexualidad masculina tiene sus orígenes en el Redstockings Manifesto, pero es un tema recurrente. Una de sus manifestaciones es el meme de la “misoginia gay”. Hay toda clase de racionalizaciones y tergiversaciones para justificar este meme, pero la verdad es que simplemente han llegado a la conclusión de que los gays no necesitan a las mujeres, y no tienen por qué soportar demasiadas tonterías de una mujer. Para algunas mujeres, esto es una afrenta intolerable a su sentido de la autoestima. Para aquellas cuyo poder deriva de conseguir que los hombres hagan cosas a cambio de la promesa de sexo, o cuya autoestima y poder proviene de la validación que les da la mirada de admiración y deseo de un hombre, esto supone una amenaza para su ego. Su Quando M’en Vo no funciona, y ese fallo las enfurece, y se materializa en acusaciones de misoginia, supuestamente, según su forma de verlo, la más atroz de todas.

Por otro lado, y de forma inversa, este mismo análisis explica las estrechas amistades que suelen surgir entre gays y mujeres hetero. Cuando alguien disfruta de tu compañía sólo por la fuerza de tus opiniones, por tu talento o la dulzura general de tu carácter, esa es la base de una amistad verdadera. Es como cuando le gustas a un gato. No les haces falta para nada, o por lo menos eso piensan ellos, así que su aprobación es 100% sincera.

Tengo mucho más que decir sobre el tema de la homofobia de (algunas) mujeres, y su odio hacia los gays, y hablaremos de ello en otra ocasión. Una variante del mismo tema es la queja de Rose McGowan de que los gays somos misóginos porque no hacemos lo bastante por los derechos de las mujeres. No luchamos lo bastante por el feminismo. Lo siento, Rose, necesitas a un hombre tanto como un pez necesita una bicicleta, ¿recuerdas? En otras palabras: Estás sola. Escuchemos vuestro rugido.

Género: ¿alguna vez has oído decir que lo que necesitan los hombres para solucionar sus problemas es más feminismo (Amanda Marcotte)? ¿Alguna vez has sacado a colación un tema o un problema sólo para que te dijeran que el feminismo es la respuesta, que las feministas ya lo defienden, cuando en realidad han estado haciendo exactamente lo contrario con la mayoría de esos temas? Me viene a la mente la crianza compartida (NOW). ¿Alguna vez te han dicho que el feminismo es lo que necesitan los hombres, pero también que el feminismo es cosa de mujeres y que los hombres necesariamente son secundarios, en su propia lucha por sus propios problemas?

¡FEMSPLAINING!

Cómo evitar el femsplaining y contribuir de verdad al debate:

1) No hables en nombre de los hombres. No impongas tu propia interpretación sobre sus explicaciones o afirmaciones. Escucha.

2) No leas la mente de los hombres. No inventes ni asignes motivaciones a los hombres y sus acciones.

3) Aquí hay una lista de frases utilizadas para avergonzar y descalificar al hombre. Léela y evita este tipo de cosas. Probablemente te costará, porque las mujeres tienen total libertad para hablar así a los hombres, y nadie afea este comportamiento por el fanatismo, intolerancia y misandria que demuestra (puede que estés en desacuerdo, pero tú no has tenido que vivir sujeta a esta clase de cosas, así que no puedes saberlo). Es posible hacerlo correctamente y contribuir de verdad al debate sobre el género, con determinación y un poco de práctica.

Algunos ejemplos de mujeres que lo hacen correctamente… Un rasgo común es que no analizan ni explican cosas desde un punto de vista ginonormativo. No son hembristas. Son auténticas igualitarias del género, y eso implica que pueden ver las cosas desde ambos puntos de vista: el del hombre y el de la mujer. Por eso la gente escucha sin ningún problema a las mujeres MRA [Activistas de los Derechos del Hombre]. Aquí hay un ejemplo concreto: Zeba Blay de Huffpo Gay Voices tiene un excelente artículo sobre lo que oyen los chicos cuando les dicen “Sé un hombre”. Y esto es lo mejor: no supone que lo que ella dice es lo que significa. Deja que los hombres y los chicos digan lo que oyen ellos y cómo se sienten. Les muestra respeto como seres humanos, con su propia comprensión de sus propias experiencias. Así que se puede hacer. Es posible. Y por suerte es joven, y podría ser el futuro.

 

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El Ratel ("The Badger") has helplessly seen the rise of politically correct nonsense, inclusive language and feminist ideology in his native country, Spain. After getting in contact with the MRM and antifeminist ideas, his attempts to talk about it were met with disdain and disgust. That is why he adopted a secret identity and started doing what he does best: spreading information by means of writing and translation.

El Ratel ha presenciado el auge de las estupideces políticamente correcta, el lenguaje inclusivo y la ideología feminista en su país natal, España. Tras entrar en contacto con las ideas del Movimiento por los Derechos del Hombre y el antifeminismo, sus intentos por hablar de ello fueron recibidos con desdén y desprecio. Por eso, tomó la decisión de adoptar una identidad secreta y hacer lo que mejor se le da: difundir información a través de la escritura y la traducción.

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